domingo, 7 de febrero de 2010

EL FESTIVAL DE CARLOS NÚÑEZ EN LORIENT


Con un poco de retraso, a las 22:15 de la noche y Carlos Núñez aparecía en el escenario del Espacio Marine, en el que sólo se podía ver a amantes de la música celta y ningún sitio vacío. El juego de luces se abrió e iluminó a la figura del músico vigués y acto seguido todo el grupo apareció bajo los efectos luminosos, entonces el público le dedicó un aplauso ansioso de música.

Abrió el concierto con un tema incluido en su último disco Alborada do Brasil, un tema en el que, en su línea particular, el gallego innova y explora un camino que le lleva a convertirse en uno de los artesanos musicales mejor considerado. La mezcla y explosión de la música brasileña recogida en los instrumentos de Carlos Núñez puso en pie al público, en lo que simplemente sería el principio de un viaje cultural y musical. Un viaje en donde el compositor nos mostraba esa conexión gallego-brasileña que se inició en el siglo XVI y que sus instrumentos se dedican a recordar.

Tras el primer tema del concierto Carlos Núñez agradeció al Festival Intercéltico de Lorient el trabajo que lleva desde hace más de dos décadas realizando, del que dijo “que en Lorient gracias al Festival, se juntan más de medio millón de personas para celebrar la grandiosidad de la cultura celta”. Además tuvo palabras para su Galicia natal, “yo nací en un lugar donde la música celta y folk son parte de sus raices”

El músico invadió Lorient desde el escenario con sus temas más conocidos, que se entrelazaban con los del nuevo disco, provocando la reacción de un público entregado al gallego. Hizo un recorrido a todo su trabajo, desde su primer disco A Irmandade das Estrellas, grabado en 1996, pasando por Almas de Fisterra, grabado en 2003 y recogiendo lo mejor del mencionado Alborada do Brasil.

Durante todo el concierto Carlos Núñez y su grupo demostraron su fluidez a la hora de componer, de transmitir, de entusiasmar y de ilusionar, no sólo a un auditorio, sino también a muchas personas que se encontraron con el cartel de “entradas agotadas” en las taquillas y que se tuvieron que conformar con escucharlo desde fuera.

Dos horas y cuarto después de que sonará la primera nota, el público seguía pidiéndole que no dejara de tocar durante toda la noche, El músico cerró el telón y su participación en el festival con una improvisada melodía que interpretó gaita bajo el brazo, que nos dejó en un lugar mágico de este viaje a través de la cultura celta, de los que mucho de los presentes allí, aún no han querido regresar.


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